Los sistemas de aromatización tradicionales que siempre hemos tenido en
casa se encargan de disimular olores. Sin embargo, no ocurre lo mismo con estos
novedosos ambientadores que se están popularizando en el mundo entero: las
lámparas catalíticas. Estos aparatos no disimulan o camuflan los olores, sino
que los destruyen.
Las lámparas catalíticas desprenden un calor que despide la catálisis. A
su vez, esta se encarga de atraer moléculas malolientes y destruirlas al
momento. Por último el catalizador del quemador oxida estas moléculas e impide
su recombinación.
Estéticamente, las lámparas catalíticas son pequeños frascos que pueden
contener hasta 400ml de esencia especial para lámparas catalíticas. A pesar de
su gran capacidad, son aparatos bastante pequeños y discretos. Además suelen
ser muy bonitos, por lo que también tienen una función decorativa. Están
disponibles en muchos diseños, colores, formas y cuentan con una gran variedad
de aromas.
¿Qué hacen?
Muchas marcas se están lanzando en esto de las lámparas catalíticas. Algunas
de ellas son Nukua o VismarEssence, que cuentan con un
gran catálogo de este tipo de aromatizadores. Sus lámparas
catalíticas pueden destruir al completo, por oxidación catalítica,
toda molécula responsable de los olores desagradables como los del tabaco o los
de los olores de la cocina después de cocinar. También son capaces de eliminar
la mayor parte de las bacterias, el moho y los ácaros del polvo.
Además no es necesario tenerla encendida todo el día para que haga su
trabajo. Con tenerla 30 minutos o una hora encendida basta para mantener un
aroma que puede durar hasta el día siguiente.
Su origen
Las lámparas catalíticas tienen su origen en el norte francés. Fue idea
de Maurice Berger, un auxiliar de enfermería de la época. Las creó con el
objetivo de sanear el ambiente de las habitaciones de los hospitales y ayudar
así a la salud de los pacientes.
Años después se popularizaron y se comenzaron a usar de manera habitual,
no solo en hospitales, sino también en centros públicos y casas particulares.
Su éxito vino por su eficacia en la eliminación de los malos olores, y por su
calidad, rapidez y duración para aromatizar.
Su uso
En primer lugar, hay que rellenar el frasco de esencia, aproximadamente
por la mitad. Después, introducir la cuerda que viene en el pack, que se
encargará de absorber todo el aroma para después expulsarlo desde la piedra inflamable
que tiene en la cabeza y que cierra el frasco. En tercer lugar, se prende esa
piedra y se deja que arda un par de minutos. Soplamos y cerramos con la tapadera
de rejilla.
Cuando quieras apagarla, solo tendrás que cambiar la tapadera de
rejilla por la normal. Automáticamente se apagará y podrás volver a usarla
cuando quieras. La piedra no se desprende ni se acaba, así que puedes
encenderla tantas veces como quieras, siempre que siga habiendo esencia dentro.
El resultado
·
El 80% de las bacterias son
destruidas en un periodo de 3 horas.
·
El 89% de los ácaros del polvo
desaparecen también en unas 3 horas.
·
Un 89% de las esporas de moho se
desvanecen en 3 horas, aproximadamente.
·
Casi el 100% del humo del tabaco y
sus toxinas desaparecen en tan solo 30 minutos.
En definitiva, las lámparas catalíticas están suponiendo toda una
novedad y revolución dentro de la ambientación de estancias de todo tipo. Las
ventajas que ofrecen son muchas. Además, al no requerir electricidad ni ninguna
fuente de energía, suponen una alternativa ecológica y sostenible a otras
opciones de aromatización que sí que la necesitan. Así que anímate a elegir la
lámpara catalítica que más te guste y tu aroma favorito y… ¡a disfrutar!
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